De ser simple y llanamente un perro, el perro-guía pasa a ser una herramienta de trabajo, un instrumento con unos fines muy marcados.

Como está “trabajando” se le prohíbe que otras p ersonas le saluden, le den de comer e incluso que le toquen. De hecho, es frecuente ver cómo a estos perros se les cuelgan un cartel en el que pone ‘No me toques, estoy trabajando’.

Sus instintos y su naturaleza se ven constantemente reprimidos, cuando salen a la calle no puede olisquear a otras perras, jugar, curiosear el ambiente que les rodea ni interactuar con otras personas más allá de la persona a la que sirve, etc.

Estas perras son obligadas a trabajar casi todo el día, entendemos que el único momento de descanso es cuando la persona a la que sirve descansa.

Uno de los problemas que también surgen es cuando deciden que esta perra ya no es útil y la «jubilan». Como durante muchos años ha estado acostumbrada a no actuar como una perra si no como un instrumento, aún cuando encuentre una familia que la quiera cuidar después, los daños psicológicos que pueda sufrir son desconocidos, es decir, al estar reprimidas durante tantos años es probable que no actúen con normalidad.

Con esta práctica también se fomenta la cría de animales, ya que tienen que conseguir un ‘buen ejemplar’ con las características ya mencionadas. Esto lleva de la mano el comercio de estos perros.

En definitiva, nadie tiene derecho (sea cual sea su situación) a ejercer esa dominación sobre alguien, sean animales humanos o no humanos.

Más aún cuando esta misma labor la podrían realizar otras personas con las que las personas con ceguera se podrían comunicar mejor para expresar sus carencias y necesidades. De hecho, las sordociegas llevan un acompañante humano.

Aún así, también es conocido que hay muchísimas personas con ceguera que pueden desarrollar su vida de forma satisfactoria solo con la ayuda de un bastón.

En ningún momento queremos menospreciar las dificultades que pueda llegar a tener una persona invidente en su día a día, pero creemos que para el bienestar de uno no hay que pasar por el malestar de otro, indiferentemente de la especie a la que pertenezca.

Por último y según palabras textuales de la FOPG “los cachorros comparten con las familias adoptivas la única fase de su vida en la que pueden ser simplemente perros”.

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