Se entiende por liberación animal la idea de que todos los animales, independientemente de su especie, deben ser libres, así como la lucha que se lleva a cabo por materializar dicho principio.
A lo largo de la historia los seres humanos nos hemos relacionado de formas muy distintas con los animales no humanos, y muchos son los ejemplos de grupos de personas e individuos aislados que han empatizado con los demás animales.
Comúnmente se acepta que el movimiento por la liberación animal no se concreta como tal hasta finales de los 60 del s. XX en Inglaterra. Inglaterra era ya un país con una visión algo distinta respecto a los animales no humanos, ya que desde el s. XIX había una fuerte tradición bienestarista, que no buscaba eliminar la explotación animal, pero sí intentar que los animales explotados recibieran un trato más “humanitario”. Promovían en ese sentido leyes y regulaciones varias encaminadas a reducir el “sufrimiento innecesario”.
A finales de los 60, principios de los 70, se produce un salto cualitativo en dos sentidos: aumenta el número de activistas que se oponen a emplear sus energías en conseguir una explotación más “digna” y se pronuncian abiertamente por el fin de la explotación a la vez que una parte del movimiento, harta de la ineficacia de intentar conseguir sus objetivos a través de cambios en la legislación, decide pasar a la acción directa, es decir, sin intermediación de ningún tipo, enfrentándose directamente a los problemas que se quieren resolver.
Surgen así los primeros grupos de acción directa, como la Asociación de Saboteadores de la Caza, la Banda de la Misericordia, las Ligas para la Liberación Animal o el Frente de Liberación Animal. A nivel teórico, cabe destacar la importancia que tuvo la obra del filósofo Peter Singer “Liberación animal” (1975). Desde entonces, la liberación animal se ha extendido sobre todo por Europa y América.
Muchas veces se engloba dentro de la etiqueta “defensa de los animales” a tendencias muy diferenciadas y en ocasiones contrapuestas. No todas estas corrientes que sienten empatía hacia los demás animales tienen las mismas ideas, ni los mismos objetivos, ni los mismos medios para intentar alcanzarlos. A la corriente que busca mejorar las condiciones de vida de los animales no humanos explotados, por medio de reformas legales que garanticen un trato “humanitario”, se la conoce como bienestarismo. El neobienestarismo consiste en utilizar estrategias bienestaristas para alcanzar como fin último la abolición de la esclavitud animal. En ese sentido, cualquier modificación en las leyes que suponga reconocer que los demás animales también sufren e intentar reducir ese sufrimiento es interpretada como un avance por las neobienestaristas. Por último, estaría el abolicionismo, que busca acabar con la explotación animal de manera absoluta, y que no se centra en reformas legales que hagan parecer más llevadera la explotación, sino que emplea su energía en intentar que la gente deje de colaborar con dicha explotación y en ocasiones se enfrenta abiertamente a quienes se lucran a costa de esclavizar animales no humanos.
La liberación animal no es una corriente filosófica, ni una ideología de salón, es una lucha, implica necesariamente actuar. Dentro de esa lucha, hay muchos campos que cubrir y tareas muy diversas que realizar. A grandes rasgos, tres serían los ejes sobre los que se suele articular el movimiento: la demanda, la oferta y los animales explotados.
Respecto a la demanda, se entiende que nos referimos a la demanda de productos obtenidos mediante la explotación de animales no humanos. Lo que se busca es reducir esa demanda tanto como se pueda, extendiendo las ideas antiespecistas y el veganismo. Se aborda la explotación animal como un mercado más, sujeto a las mismas reglas que los demás. Reducir la demanda supondría, por tanto, dañar seriamente ese mercado. Si damos a conocer la situación de los animales explotados; si exponemos nuestros argumentos sobre por qué no debemos esclavizar a los demás animales de manera que puedan ser comprendidos; si mostramos que hay alternativas viables, es muy probable que más personas reconsideren su relación con los no humanos, se la replanteen en términos más igualitarios y decidan posicionarse frente a su explotación.
En cuanto a la oferta, el razonamiento base de quienes explotan animales no humanos por motivos económicos lo hacen precisamente por eso, no porque odien a los individuos concretos sino porque les resulta rentable. Eso nos lleva lógicamente a que en el momento que deje de ser rentable es bastante probable que dejen de hacerlo. En esta línea entrarían las diferentes campañas de presión que se hacen a las empresas, desde boicots y concentraciones hasta sabotajes. El objetivo es que pierdan todo el dinero posible, para intentar así conseguir que dejen de explotar animales no humanos.
Por último, el movimiento por la liberación animal dedica parte de sus energías a rescatar animales de sus centros de explotación. Personas preocupadas por la actual situación deciden entrar en granjas, laboratorios, criaderos, circos, etc., y sacar a cuantos individuos les sea posible, intentando siempre garantizar que puedan llevar en adelante una vida acorde con sus necesidades (sea en libertad, en los casos que esto sea posible, sea en santuarios o refugios).
Algunas de las acciones que se suelen llevar a cabo por la liberación animal son ilegales, lo que ha generado mucha controversia y debates internos. Aunque todo movimiento lo forman personas y cada persona tiene sus propias opiniones, dentro de la liberación animal una respuesta muy común que se da a esta cuestión es la siguiente: no se trata de si un acto es legal o ilegal, sino de si es justo o injusto. Aplicar descargas eléctricas en el cerebro a un gato en nombre de la ciencia es legal, y colarse en un laboratorio para rescatar a ese mismo gato es ilegal. Cazar es legal, dañar el material de los cazadores para que no puedan matar es ilegal. Sin embargo, si hablamos de justicia la visión es totalmente distinta. No podemos olvidar que las leyes están hechas para proteger el orden social y que éste se basa en la propiedad privada. De quienes ponen la propiedad privada por encima de la libertad, e incluso de la vida, ¿qué podemos esperar?
Respecto a la relación de la liberación animal con otros frentes de lucha, no hay una respuesta que defina la opinión de todas las participantes en el movimiento. Lo que sí está claro, es que la explotación animal, a día de hoy, se da en un mundo muy concreto, gobernado a nivel planetario por las leyes de mercado y por las estructuras de poder político, y que es desde esa óptica como se pueden comprender y afrontar mejor los problemas. En ese sentido, entendemos la liberación animal como parte necesaria de una lucha más amplia contra la opresión, una opresión que se manifiesta de muchas maneras y que debe ser combatida combinando muchos elementos, pero que tiene su origen en la imposición de quienes tienen poder (sea económico, político, físico, moral, etc.) sobre quienes no lo tienen.
Para leer más sobre nuestra visión de este asunto, pinchando aquí puedes descargar unas reflexiones que escribimos desde la Asamblea Antiespecista de Madrid al respecto.