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Caza deportiva y especismo

La caza, o también llamada actividad cinegética, es considerada un deporte. Se la define como la acción de matar a un animal no humano, salvaje o criado para ello, normalmente mediante un disparo con arma de fuego, aunque se puede llevar a cabo de otras formas (arcos, garrotes, perros, aves rapaces, hurones, redes, trampas, ballestas…). La caza es la tercera categoría del Estado español con mayor número de licencias deportivas, por detrás del fútbol y el baloncesto. [1]

Jo-Anne McArthur / We Animals

Esta sección pretende dar a conocer los animales usados para cazar, así como los cazados, y los aspectos generales de esta práctica, que no deja de ser una forma más de explotación y asesinato de animales, esta vez por mera diversión, donde, como siempre, y a excepción de algunos accidentes, los que salen perjudicados son los animales no humanos.

Fuentes

Objetivos

El objetivo de la caza es, o bien matar al mayor número posible de animales no humanos, o aquellos con características determinadas (mayor tamaño, pelaje especial, cuernos grandes…), o a los más exóticos y escasos.

En muchas ocasiones se utilizan sus cuerpos como trofeos. Una vez muertos, se les diseca y se colocan en lugares visibles, ya sea por partes o enteros.  También es habitual utilizar su piel como alfombra o tapiz.

Quienes cazan suelen argumentar que matan animales para mantener el equilibrio ecológico de ese hábitat o acabar con las especies que ellos consideran “invasoras”, pero realmente la caza es una práctica destructiva, tanto para los animales no humanos convertidos en víctimas, como para los ecosistemas y los animales que los habitan (ver Medio ambiente en esta misma sección).

Caza mayor

La caza mayor es aquella en la que se persigue a cualquier animal salvaje mayor que un zorro ordinario. En el Estado español se ejercita sobre animales como el jabalí, el corzo, el ciervo, el gamo, el muflón, la cabra montés o el arrui.

pxfuel

Las principales modalidades son las siguientes:

  • Montería. Se delimita una zona de entre 250 y 600 hectáreas en la que  se sitúan diferentes puestos de caza. Un grupo se queda vigilando en el puesto, mientras que otro grupo intenta espantar (habitualmente con ayuda de perros) y hacer huir a las presas hacia los puestos para que el primer grupo las asesine. Esta forma de caza está diseñada para abatir al mayor número posible de animales con el menor esfuerzo posible.
  • Rececho. Se persigue al animal sin que se dé cuenta hasta estar cerca suya y pegarle un tiro. En esta modalidad caza solamenta una persona, bajo la supervisión de otra que hace de guarda.
  • Espera. Como su nombre indica, se espera a que el animal pase por una ubicación concreta para dispararle.

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Caza menor

La caza menor es aquella en la que se persigue a cualquier animal salvaje menor que un zorro ordinario. En el Estado español se ejercita sobre animales como conejos, liebres, zorros, cornejas, faisanes, grajillas, palomas, perdices, urracas, codornices, estorninos, zorzales, gaviotas, patos, etc. Suele realizarse a pie y con ayuda de perros.

Jo-Anne McArthur / We Animals

Las principales modalidades son las siguientes:

  • Al paso. Aves como palomas, tórtolas, zorzales, o patos son disparadas mientras sobrevuelan determinados puntos hacia sus zonas de alimentación, bebida o descanso.
  • A la espera. Suele tener lugar en orillas fangosas de ríos, lagunas y lagos, donde las aves suelen buscar alimento. Allí, son esperadas y disparadas al llegar.
  • Al ojeo. Los animales son espantados (por ejemplo, utilizando perros) y, al pasar por determinados lugares donde se les espera, son tiroteados.
  • Con reclamo. Se coloca a un macho de perdiz enjaulado a varios metros de un puesto de caza para que, en época de celo, atraiga a animales de su misma especie.

Fuentes:

Caza intensiva

La caza intensiva es aquella en la que se intenta capturar a animales no humanos criados en granjas y liberados en los cotos. Es un tipo de caza que, en los últimos años, ha estado creciendo de forma exponencial en el Estado español, particularmente en zonas del centro y del sur peninsular como Castilla-La Mancha, Madrid, Andalucía, Extremadura y Castilla y León. En el Estado español existen unas 689 granjas cinegéticas y unos 786 cotos intensivos.

La especie más afectada por este tipo de caza es la perdiz, que supone un 75% de los animales criados para ser cazados. Según el Anuario de Estadística Forestal, publicado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, en 2017 se capturaron en el Estado español 2.855.908 perdices, la mayor parte procedentes de sueltas. [2] Otros animales criados para este propósito son, entre otros, palomas, faisanes, codornices o conejos.

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Caza furtiva

La caza furtiva es la caza ilegal de animales salvajes. Puede ser ilegal por varios motivos como la falta de licencia, la utilización de armas o medios ilegales, que se realice fuera de temporada, o que el animal pertenezca a una especie protegida. Este tipo de caza suele afectar a  animales como elefantes, cocodrilos, leopardos, zebras… cuyos cuerpos son vendidos por trozos en el mercado ilegal: pieles, marfil, cabezas…

Senalfernando/Wikimedia Commons

Otras razones que pueden motivar este tipo de caza pueden ser el consumo de la carne del animal, el desafío de capturar animales exóticos y difíciles de encontrar, o el uso religioso, místico o terapéutico de algunas partes de sus cuerpos.

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Animales no humanos utilizados para la caza

La caza promueve el negocio de la cría y compra-venta de animales (ver Compra y venta de animales), además de la utilización de animales no humanos como herramientas al servicio del ser humano.

La especie más utilizadas son las siguientes:

  • Perros. Una gran cantidad de perros (normalmente galgos, bracos, pointers o podencos) son criados cada año para ser utilizados en cacerías. Muchos de ellos se mantienen en condiciones sumamente desfavorables: encerrados en jaulas, con una atención veterinaria deficiente y transportados a las zonas de caza en pequeños remolques durante kilómetros, con el estrés y sufrimiento que esto conlleva. Además, es habitual que sufran violencia física para asegurar su obediencia y sumisión, y que les corten ciertas partes del cuerpo, como las orejas, el rabo o incluso las cuerdas vocales, por motivos funcionales. Una gran cantidad de perros de caza son abandonados o asesinados. Los que no sirven para cazar (por haber resultado heridos, por darles miedo los disparos, por no ser obedientes, etc.) en muchas ocasiones son abandonados, disparados, ahorcados, encadenados o apaleados. Es difícil estimar cuántos perros de caza son abandonados al año, ya que no existen estudios fiables. El informe anual de abandono y adopción de la fundación Affinity suele atribuir al fin de la temporada de caza el 13% de los abandonos producidos al año, el segundo motivo más común de abandono. [3] La dificultad de realizar un informe fiable radica en que no todos los perros de caza se registran o llevan el chip de identificación. Según David Zurdo, de No A la Caza, en el Estado español hay unos 500.000 galgos, mientras que están registrados unos 200.000. [4]
Basotxerri/Wikimedia Commons
  • Hurones. Se utilizan para la caza de conejos o liebres, ya que tienen una gran habilidad para entrar en las madrigueras. En varias comunidades autónomas como las Islas Baleares, la caza con hurones está prohibida. En otras, como la Región de Murcia, se permite excepcionalmente si se tiene permiso de la Consejería y si hay una “plaga” de conejos o liebres. [5]
  • Aves rapaces. Se le denomina cetrería a la actividad de cazar con aves rapaces entrenadas, normalmente halcones, azores o águilas. Estas aves pasan sus días atadas a palos o metidas en jaulas, hasta que las sacan para disponer de ellas.
  • Caballos. Los caballos son utilizados en una modalidad de caza llamada lanceo consistente en montar encima de la yegua o caballo para perseguir a un jabalí, para después asesinarlo utilizando una lanza.

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Medio ambiente

La caza es una actividad con graves impactos sobre el medio ambiente, los ecosistemas, y los seres que los habitan. [6] Sin embargo, las personas aficionadas o favorables a la caza afirman que esta práctica tiene un papel fundamental en mantener el equilibrio ecológico de los ecosistemas, evitando la reproducción descontrolada de ciertas especies y realizando el papel que harían los predadores naturales. No tienen en cuenta de que precisamente es la caza la que está eliminando a estos predadores, tanto por ser presas de la cacería como por el control poblacional que se ejerce en los cotos para que estos no les “roben” a sus presas.

Por otra parte, el plomo con el que se fabrica la munición de la mayor parte de las armas de caza es un material altamente contaminante. Según un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en la caza se disparan cada año más de 40.000 toneladas de munición (200 millones de cartuchos). Cada cartucho contiene de media unos 30grs de plomo y 250 perdigones, por lo que en el Estado español se dispersan cada año unas 6.000 toneladas de plomo en forma de unos 50.000 millones de perdigones. [7]

Como consecuencia, se estima que, en la UE, alrededor de 700.00 aves acuáticas mueren cada año víctimas del plumbismo [8] al ingerir los perdigones, al confundirlos con las piedrecitas que utilizan para digerir mejor sus alimentos. Estos perdigones quedan retenidos en la molleja del ave (donde se produce la molturación o trituración de la comida), y allí el plomo se disuelve por el efecto los jugos gástricos, siendo absorbida cierta cantidad por el organismo. Los síntomas, que aparecen a los pocos días, incluyen problemas digestivos y neuronales. En el Estado español esta es la primera causa de muertes de animales no humanos por intoxicación.

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La caza en el Estado español

El 85% del territorio del Estado español está ocupado por cotos de caza, en concreto unas 43.000.000 de hectáreas. Las comunidades con más cotos de caza son Andalucía, con unos 7.500 cotos, y Aragón, con unos 1.550.

Cada año en el Estado son asesinados por esta causa unos 21 millones de animales no humanos al año: unos 600.000 en caza mayor, 7.000.000 en caza menor de mamíferos, y 13.000.000 en caza menor de aves. [9]

A estos datos habría que sumarles los de la caza furtiva, un negocio ilegal cuyos objetivos principales son el beneficio económico y la obtención de trofeos. El furtivismo se realiza en muchas zonas del Estado: si se trata de cabra hispánica, se concentra en Gredos (Ávila); si se buscan lobos, en el norte; y si se quieren rebecos, en la Cordillera Cantábrica. 

Cabe apuntar que el Estado español es el único país de la Unión Europea en el que aún se permite legalmente la caza con galgos.

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Aspectos económicos de la caza

La caza es un gran negocio: actualmente en el Estado español hay unas 827.000 personas que cazan, de las cuales cada una gasta de media unos 9.694€ al año  en armas, munición, perros, equipación, alojamiento, combustible, licencias, tasas, alquileres de cotos… junto con otros agentes como criaderos de perros, gestión y administración de cotos o la venta de carne procedente de la caza, en el Estado se gastan unos 5.470.000€ en este negocio al año. Este gasto representa un 0,3% del PIB en el Estado español (unos 6.475.000€ anuales). [10]

Es difícil estimar cuánto dinero mueve la caza en Europa en su totalidad, pero el informe The Economic Value of Hunting in the EU de FACE apunta a unos 16.000 millones de euros de gasto anual. [11]

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