Las personas que tienen acuarios o peceras en casa, frecuentemente no consideran a los animales encerrados en ellas como “animales de compañía”. Suele tratarse más de una afición, y se usa a los peces, tortugas, tritones, etc. como elemento decorativo, por placer visual o incluso porque se considera que relajan o traen suerte. Es por eso que los distinguimos de otros animales que pueden encontrarse en los hogares.

Fuentes

Acuariofilia y Acuarología

Se denomina acuariofilia a la afición por la cría de peces y otros organismos acuáticos en acuario, bajo condiciones controladas. Los animales son tratados como objetos decorativos. [1]

Gran parte de las personas aficionadas a la acuariofilia se consideran “amantes” de estos animales. Por las características de los peces y su medio (diferente al nuestro, lo que dificulta la interactuación), el principal uso al que se los destina es el ornamental. Es decir, animales sensibles son tratados como meros objetos decorativos, en muchos casos con un claro componente de ostentación. Por ejemplo, raras especies tropicales son importadas desde el otro lado del mundo para dar color a viviendas y negocios. Esto conlleva capturas de su medio salvaje, privación de libertad, traumáticos traslados, etc.

Morguefile

Existen profesionales que se dedican exclusivamente a este tipo de decoración. Se trata de una moda denominada “aquascaping” o “paisajismo acuático”, que tiene su origen en ciertas culturas orientales. Ha llegado a cotas tan altas como la creación de ecosistemas totalmente cerrados, basados en experimentos de la NASA, que incluyen en su interior especies vegetales y animales invertebrados.

Fuentes

Orígenes

Ya en Roma y Sumeria se criaban peces destinados al consumo alimenticio, pero fue en China donde comenzaron a seleccionarse con fines estéticos los peces más coloridos. Los carpines dorados y las carpas koi que se criaban en los bancales inundados para el cultivo de arroz, pasaron a engalanar los estanques, convirtiéndose en símbolo de buena suerte. Posteriormente fueron llevadas a Japón, donde se desarrollaron nuevas variedades. Mientras, en China se llegó a popularizar hasta tal punto que el uso de estanques dio paso a la crianza de peces dorados en recipientes de cerámica.

En Europa, los primeros peces de colores se introdujeron en el siglo XVIII, pero fue durante la década de 1930 cuando se extendió la cría de especies tropicales y los acuarios se convirtieron en objetos de decoración en algunos hogares y lugares públicos. Según un estudio de la UNEP (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), existen en el mundo entre 1,5 y 2 millones de personas con acuarios marinos. El comercio de especímenes vivos capturados del océano mueve entre 200 y 330 millones de dólares anuales, y algunas fuentes indican que la industria de equipamientos y accesorios -incluyendo libros y revistas sobre el tema-, es de más de 15.000 millones de dólares.

La acuariofilia puede llegar a tales niveles de sofisticación que ha derivado en la constitución de una ciencia: la acuariología. Esta ciencia del encierro de peces, estudia todos los aspectos de creación y mantenimiento de especies y ecosistemas acuáticos de forma artificial y controlada, tanto en acuarios como en cualquier otro tipo de instalación. Incluye todo tipo de sistemas técnicos para el mantenimiento de las condiciones del medio acuático: sistemas de calefacción y enfriamiento de agua; sistemas de filtración, tratamiento de agua y gases; sistemas de iluminación biológicos y dramáticos; alimentación y reproducción de animales y vegetales macro y microscópicos; recreación de ecosistemas, técnicas decorativas, materiales especiales, etc.

Cría e importación

En general, los peces de agua dulce que  se comercializan en los acuarios y las tiendas de mascotas suelen proceder de la cría en cautividad. Los peces exóticos y marinos, en cambio, tienen muchas posibilidades de ser salvajes y haber sido capturados de su medio natural.

Cría en cautividad

Los peces dorados fueron los primeros peces en que se centró la acuariofilia, pero pronto se incluyó la cría de animales más “exóticos”. Las primeras especies tropicales que se consiguieron reproducir con éxito fueron los peces paraíso y los luchadores de siam o peces betta, animales resistentes capaces de aguantar temperaturas medianamente bajas, y con un órgano de respiración auxiliar (el laberinto), que les permite respirar aire. Con el desarrollo de termocalentadores, bombas de aire y filtros, se fue ampliando el número de especies mantenidas con éxito.

Los peces marinos son más sensibles a las variaciones ya que el mar, en general, es un medio mucho más estable que cualquier río o lago. Además, el agua de mar es más difícil de conseguir y reproducir. No obstante, el avance en el conocimiento y el desarrollo de la cría de peces, la tecnología y las sales marinas, hizo que se popularizasen los acuarios marinos a finales de los años 1980. En la actualidad, aparte de la gente que se dedica a la cría de forma profesional, existe gente aficionada que practica la reproducción de peces y corales, presumiendo de participar de la “conservación” de esos ecosistemas que están contribuyendo a destruir.

 La gente profesional se dedica, en gran parte, a reproducir especies cuya captura en medio natural ha sido prohibida. Por ejemplo, las pirañas amazónicas no pueden ser pescadas, pero se crían y distribuyen en Europa con relativa facilidad.

Selección genética

Las ansias de la acuariofilia por conseguir los ejemplares más bellos,  incita a recurrir a selecciones genéticas, hibridaciones, etc. También es frecuente la cría selectiva por género, ya que en algunas especies los colores y características del macho son considerados más atractivos que los de la hembra. Los peces betta son una de las especies que más se ha sometido a estas técnicas, consiguiendo en ellos todo tipo de colores, vetas, aletas más largas, y un largo etcétera. Como sucede con otros animales, estas técnicas pueden llevar al descarte (y por tanto muerte) de numerosos ejemplares que no cumplen con las características deseadas, así como, a largo plazo, a trastornos en la salud.

Captura y transporte

La captura de peces en su medio natural es más común de lo que se suele pensar. Comerciantes y clientes pueden solicitar ejemplares de peces tropicales desde cualquier lugar del mundo, incluso vía Internet. Estos individuos serán apresados en el océano y enviados desde países como Australia o Indonesia, lo que casi siempre implica vuelos de más de 24 horas y de varias escalas. Su calvario no se limita a pasar de la libertad del océano al encierro del acuario, sino que conlleva toda una serie de traumas y privaciones de las que muchos no salen con vida.

Los métodos de captura son altamente destructivos. El uso de cianuro, a pesar de estar prohibido en la mayoría de países, no es poco frecuente. La técnica consiste en verter cianuro en las grietas en los que se ocultan los peces, de manera que estos salen aturdidos y son más fáciles de atrapar. Aparte de ser perjudicial para los individuos, esta técnica produce graves daños al ecosistema.

Una vez capturados, aún en el país de origen, los peces han de pasar aproximadamente una semana en las instalaciones de la empresa comercializadora. Durante los tres días anteriores al viaje se mantienen prácticamente a oscuras y no se les proporciona alimento. De este modo, no harán sus necesidades durante el vuelo y no necesitarán que se les cambie el agua.

Cada individuo es introducido en una bolsa, con muy poco agua para disminuir el peso del cargamento. Estas bolsas son envueltas en papel y embaladas en unas cajas de cartón con recubrimiento térmico. Sin luz, y a temperaturas bajísimas, quedan en un estado de semi-congelación, de manera que tienen más posibilidades de aguantar el vuelo. Aún así, muchos llegan sin vida. Mueren por rotura de las bolsas o por las extremas condiciones del traslado.

En el aeropuerto de destino aún deben pasar casi un día más sin luz ni alimento debido a los trámites de aduana.

Se compran por kilos (se aplican descuentos por las “bajas”) y se distribuyen a precios que pueden alcanzar varios cientos de euros por individuo.

Cada año, cerca de diez millones de animales de más de 2.000 especies distintas, sufren las consecuencias de estas exportaciones; pero no solo los peces salvajes pasan por estos crueles trámites, sino también aquellos que son importados desde criaderos de otros países.

Especies llamadas «invasoras»

La cría e importación de especies exóticas es una fuente de diseminación de peces no nativos. Ya sea por escapes, liberaciones, o porque los propios acuarios se deshacen de ellos cuando ya no los quieren, el hecho es que muchos de estos peces pueden terminar introduciéndose en ecosistemas ajenos. Pueden afectar seriamente a los individuos de especies nativas, así como a la diversidad y el equilibrio, por lo que son declaradas “especies invasoras” y se da vía libre para su masacre y pesca indiscriminada. De este modo, acaban pagando por la injusticia que otras personas han cometido. No hay que olvidar que solo son seres sintientes tratando de sobrevivir. Toda la responsabilidad de esta situación debe recaer sobre la gente que los cría o los trae a un lugar que no les corresponde, utilizándolos como objetos de usar y tirar. Ese es el origen del problema y donde debe ponerse el foco para llegar a una solución.

Usos derivados o relacionados con la acuariofilia

Peleas de peces

Los luchadores de siam o peces betta macho cortejan a las hembras durante todo el proceso reproductivo y son padres entregados hasta que su prole puede valerse por sí misma, lo cual los convierte en seres muy territoriales en lo referente a otros machos. En libertad, con espacio suficiente, no tendrían mayor problema que el desplazamiento del “perdedor”; en cautividad, en cambio, luchan a muerte por el espacio. Por ello, en cautividad son separados (existen recipientes especiales para separarlos llamados betteras). Algunos de ellos, aun viviendo solos en un acuario, llegan a luchar contra su propio reflejo por la confusión espacial que les da la sensación de estar siendo invadidos en su territorio. Esta característica hace que, en ciertos países orientales, se lleven a cabo peleas de peces betta, donde se realizan apuestas monetarias como sucede con perro o gallos. Lo más habitual es que alguno de los individuos resulte muerto o, en el mejor de los casos, pierda su cola o aletas.

Peces tatuados y otros usos “decorativos”

Al ser percibidos como meros objetos decorativos, los peces y animales acuáticos pueden llegar a ser sometidos a todo tipo de manipulaciones con fines ornamentales. En países como China han llegado a ser objeto de modas tan absurdas como tatuar sus cuerpos, o ser introducidos vivos en un pequeño recipiente para servir de llavero. No pueden ser alimentados ni su agua renovada, por lo que perecen a los pocos días.

Pablo Enciso / Flickr

En los últimos años, se ha popularizado también el uso de peceras en la confección de centros de mesa para bodas, banquetes, etc. Se trata de la máxima expresión de la cosificación de estos individuos. No es difícil imaginar el estrés que puede llegar a sufrir un animal encerrado en un evento de estas características, las vejaciones a las que se les puede someter, y la cantidad de peces que morirán antes del fin de la fiesta, o serán desechados después.

Aunque no compartamos el medio, aunque no podamos oírles gritar, aunque nos parezca que sus caras no pueden expresar el miedo, el dolor o el hastío del encierro, lo cierto es que los peces no son objetos de decoración. Son animales como lo somos quienes escribimos esto, que tienen la capacidad de sentir y de sufrir, de relacionarse y de desarrollarse dentro de su sociedad y de su medio (ver sección Pescado y marisco). Que sean diferentes no nos legitima para arrancarles del lugar que les corresponde, someterles a viajes traumáticos, o criarlos para vivir una vida de privaciones, destinados únicamente a entretenernos y decorar nuestro salón.

Este sitio web utiliza las cookies mínimas necesarias para poder funcionar. No rastreamos ni guardamos información sobre el visitante.

Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies